El
otro día apareció en la prensa un ranking con las mujeres más destacadas del año n Chile. Obviamente eran todas egresadas
de conocidos colegios particulares, la mayoría rubiecitas, profesionales con más de un MBA a cuestas, economistas, directoras
de empresas de grandes grupos económicos. Maquilladas, peinadas de peluquería, exitosas, regias, jóvenes y con casa en el
barrio alto.
Sin
querer desmerecer los logros profesionales de tales mujeres, que igual se lo han ganado, seguramente con mucho esfuerzo y
renuncias de todo tipo.
¿Pero,
qué pasa con todas esas mujeres anónimas merecedoras de más de un galardón por su desempeño en la vida?
En
esa vida que nos toca y no siempre con dulzura todos los días; la señora María que se levanta al amanecer para ir a recoger
en la calle cartones usados con su triciclo para venderlos, la señora Juana que
soporta estoicamente los golpes de su marido borracho, la señora Elena, la Paz y la Soledad, que sacan adelante a sus hijos
solas, como tantas y tantas mujeres chilenas?
Todas
ellas, que seguramente no aparecerán nunca en ningún ranking de las 100 mujeres más destacadas del año, pero que se destacan por sortear con heroísmo y la mayoría de las veces con humor los problemas de cada
día. Las que han logrado un MBA en sobre vivencia, un Post Grado en economía doméstica, optimizando los recursos para que
el sueldo mínimo alcance los 30 días del mes, que logran desarrollar sistemas innovadores para que los zapatos duren más tiempo que lo pronosticado por una egresada de economía o de ingeniería industrial.
La que está ahí para curar esa herida del cuerpo y del corazón de sus seres queridos. La que mira las vitrinas sabiendo que
jamás se atreverá a gastar en ella lo que cuesta este vestido, esa cartera, ese par de zapatos, la que pierde la sonrisa por
no tener plata para ir al dentista, la que camina doce cuadras para ahorrarse 340 pesos para el pan del desayuno, la que cuida
niños ajenos para poder darle comida a los propios.
Sus
fotografías no saldrán jamás en Economía y Negocios y nunca les harán una Teletón y lo más probable es que tampoco se lo reconozcan
sus hijos y sus parejas.
¡Vivan
la Juana, la Andrea, la Sole, la María, la Elena, la Ximena, la Paola, la Mirta, y todas ustedes colegas!
Que,
al fin de cuentas, no necesitan un poco de tinta para ostentar el título de las mujeres más destacadas…en la vida, la
que nos toca y la que todavía podemos elegir.
Aporte de Nina Alvarez para
Magazine Cultural Participativo “ La Iguana”
Copyright© Nina Alvarez